Si tuviera que describir de alguna manera esta versión de «Pulgarcito» diría que es sin duda una obra peculiar, atrayente para el espectador y muy original.
Como bien sabemos todos, Pulgarcito pertenece a la colección de cuentos de antaño de Charles Parrault, en dicha colección encontramos obras como «la bella durmiente» o «caperucita roja». Todas ellas fueron editadas en París en 1697 y tuvieron un gran éxito y una buena acogida por parte tanto de niños como de adultos. Aunque Perrault no las firmó, hoy sabemos que es su autor original, y se han ido haciendo numerosas reediciones y alteraciones a lo largo de la historia.
El director de la versión de Pulgarcito a la que tuvimos el placer de asistir el otro día, es Iñaki Rikarte. La verdad que fue impactante el ingenio y la originalidad con que este director aborda el cuento tradicional de Pulgarcito. Nada más empezar la obra ya te das cuenta de que tiene una perspectiva diferente. El cuento de Pulgarcito no se introduce directamente, y bajo mi punto de vista es lo más atractivo, es impresionante la facilidad con la que se entrelazan y relacionan dos historias en un mismo escenario.
Había únicamente dos intérpretes: Tomás Fernández y Ramón Monje, ambos interpretaron a la perfección sus múltiples papeles, tarea nada fácil puesto que en muchos casos no tenían nada que ver. Por un lado, Ramón Monje interpretó el papel de padre enfermo, se puede deducir que padecía Alzhéimer, y a su vez era el introductor de la obra de Pulgarcito, y dentro de ella interpretaba al propio Pulgarcito y al ogro. Por otro lado, Tomás Fernández hacía de hijo de Ramón, muchas veces más que hijo parecía su cuidador, y además, inmerso en la historia introducida por su padre, representaba el papel de mujer del ogro. Algo muy curioso y que me llamó mucho la atención es que las hijas del ogro estaban representadas por calcetines, y podríamos considerarlas como una especie de marionetas muy sencillas, pero originales a la vez.
El dispositivo escénico era frontal, y estaba previsto para representarlo ante un número considerable de espectadores, pues era bastante amplio y estaba prácticamente lleno. La escenografía, era peculiar, estaba formada fundamentalmente por una habitación, que suponemos que era la habitación del padre, y en ella había las cosas típicas de un cuarto: una cama, un armario, una mesita de noche, una silla y una maleta, que quizás era el elemento más significativo. El escenario imaginario que podíamos deducir era el resto de la casa, sobre todo la cocina, pues nada más empezar la obra observamos como el hijo habla por teléfono mientras su padre está comiendo solo en la cocina y tira algún plato o algún elemento de la vajilla. Aquí ya empezamos a intuir, por la desesperación del hijo, la enfermedad de su padre. A parte del resto de la casa, el escenario queda abierto a la imaginación, y en cuanto el padre comienza a relatar y a representar la historia de Pulgarcito como si de él mismo se tratara, el espectador empieza a imaginar el bosque, las migas de pan que tira Pulgarcito, la casa del ogro, etc.
Diría que es una escenografía realista y esquemática pero fuertemente enriquecedora y muy bien planteada. Pues como ya he señalado, el escenario no cambia, ambas historias se representan en la habitación, que sirve tanto para la habitación del padre, como para el bosque y la casa del ogro. A mi parecer si hay una significación simbólica, para empezar la maleta me resulta un elemento curioso. El hijo está planeando llevar a su padre a una residencia al día siguiente, por lo que la maleta tiene su sentido ya que se va a ir de casa, pero lo más curioso es que después, la maleta sirve para representar la cama donde duermen plácidamente las hijas del ogro. El armario también es bastante simbólico, en la historia del padre y el hijo es un armario sin más, pero en la historia de pulgarcito, en un momento dado se convierte en la casa del ogro.
En cuanto a la construcción dramática debemos empezar haciendo referencia al argumento de la obra, que se centra en dos historias paralelas pero estrechamente relacionadas.
Nada más empezar, nos encontramos con la historia de un hijo que está cuidando de su padre enfermo. El hijo no puede más con la situación, así que toma la determinación de llevarlo a una residencia. El padre, que sabe lo que planea su hijo comienza a revivir y relatar la historia de Pulgarcito, un niño tan pequeño como el tamaño de un dedo meñique. Era el menor de los siete hijos de un leñador y una leñadora muy pobres, tanto que se vieron obligados a abandonar a sus hijos en el bosque. Pulgarcito, que había oído el plan de sus padres, fue dejando caer piedras por el camino y así, él y sus hermanos, pudieron volver a su casa, justamente cuando había mejorado la economía de sus padres. Esto duró poco y los padres de Pulgarcito se vieron obligados a abandonar una vez más a sus hijos. Esta vez Pulgarcito fue arrojando migas de pan en lugar de piedras pero los pájaros se las comieron y no fue capaz de encontrar el camino, así que empezaron a dar vueltas por el bosque hasta llegar a una casa que resultó ser la de un ogro, aficionado a comer niños, que vivía con su mujer y sus siete hijas. El ogro, al descubrir a los niños, quiso comérselos, pero la mujer le convenció para alojarlos y guardarlos para una ocasión mejor. A media noche, el hambre le despertó y decidió que era la hora de comerse a los pequeños, pero Pulgarcito fue más listo y cambio las coronas que tenían sus hijas por los gorros que llevaban sus hermanos y él. El ogro entró a la habitación a oscuras, y cuando tocó los gorros, sin pensárselos dos veces, se comió a sus propias hijas, mientras que Pulgarcito y sus hermanos huían. Al descubrir lo ocurrido el ogro persiguió a los niños calzando sus botas de siete leguas. El ogro buscó largo rato y acabó dormido sin saber que Pulgarcito lo vigilaba. Tras mandar a sus hermanos a casa, Pulgarcito, robando las botas de siete leguas, volvió a la casa del ogro y le contó a su mujer que su marido había sido secuestrado, y que debía darle en ese momento sus bienes más preciados para poder rescatarlo. La mujer accedió y gracias a ello Pulgarcito y su familia pudieron vivir felices. En el final, vemos una pequeña variante, pues en el cuento original Pulgarcito le roba las botas para llegar hasta el palacio del rey y ser su mensajero, lo que le permitió enriquecerse y mejorar la economía de su familia. Cuando el padre finaliza la historia de Pulgarcito, al fin su hijo logra ponerle el pijama y consigue que se quede dormido como un tronco.
El espectáculo duró sesenta minutos aproximadamente. El cuento de Pulgarcito como ya he señalado procede de la tradición oral, sin embargo la historia del padre y el hijo y lo ingenioso de relacionarla con la historia de Pulgarcito es un argumento propio del autor.
El tema principal de la obra es el abandono, tanto la historia de Pulgarcito como en la historia del padre y el hijo te hacen reflexionar sobre el abandono de un ser querido y de si es la decisión correcta. En el caso de Pulgarcito se abordan otros temas como la astucia ante las situaciones difíciles y el enfrentamiento a los problemas de una manera inteligente. Quizás lo que más me llama la atención de los temas, es que en ningún momento se refleja el rencor, sino todo lo contrario, Pulgarcito hace todo lo posible por regresar a casa y salvar a su familia a pesar del abandono.
La obra en sí tiene un final abierto, el padre consigue hacer que el hijo reflexione acerca de su relación con él pero no sabemos si finalmente le lleva a la residencia o no. En el caso de Pulgarcito el final es claramente feliz porque el ogro tiene su escarmiento y Pulgarcito consigue que su familia nunca más vuelva a pasar hambre.
Diría que la obra es intemporal, pues aunque sabemos claramente que la historia de padre e hijo es contemporánea y que la de Pulgarcito pertenece a un pasado histórico, la acción dramática en su conjunto no tiene una temporalización definida.
En la trama hay numerosos flashback, pues en el desarrollo lineal de la historia de la acción se intercalan secuencias referidas a un tiempo pasado. El cuento de Pulgarcito sería un flashback representado por el padre y el hijo.
El espacio es muy versátil, la acción de la historia de padre e hijo imaginamos que transcurre en un ambiente urbano y cerrado, pero sin embargo la historia de Pulgarcito debemos imaginar que transcurre tanto en un espacio abierto como cerrado y en un ambiente rural.
En cuanto a los personajes, diría que se tratan claramente de personajes redondos y dinámicos. Pues como ya he mencionado anteriormente los personajes interpretan varios papeles a la vez y en ellos hay cierta evolución. Bajo mi punto de vista el padre es el mayor protagonista, pues en ambas historias representa el personaje central. Lo más llamativo es que cuando están representado Pulgarcito, el padre hace de protagonista y antagonista a la vez, pues hace de Pulgarcito y de ogro.
Para finalizar con la construcción dramática diré que por un lado se trata de una obra realista, pero también inverosímil. Claramente la historia del padre enfermo y el hijo es desgraciadamente una situación que se da en la vida cotidiana de muchas personas, sin embargo la obra de Pulgarcito está llena de elementos fantásticos (ogros, su minúsculo tamaño…) y suceden cosas maravillosas, pues al final consigue que su familia salga de la pobreza.
Dejando un poco de lado la escenografía y la trama, me gustaría hablar brevemente de la iluminación, un elemento que aunque parezca obvio es muy relevante para complementar y clarificar la acción. Personalmente creo que la iluminación era oscura en la mayor parte de la obra, sin embargo, cuando se representaban escenas más impactantes, como por ejemplo cuando el ogro se come a sus propias hijas, la iluminación se volvía más lúgubre y sombría, lo que le daba un toque de terror. Asimismo, el espacio sonoro y la música configuraban dos aspectos fundamentales, la música acompañaba perfectamente a algunos diálogos y te dejaba espacio para pensar y reflexionar sobre lo que acaba de suceder.
Opino que es un espectáculo perfectamente apto para realizar campañas escolares, es más, nosotras tuvimos la oportunidad de ver como los niños disfrutaban e interiorizaban con la obra y todos los valores que esta transmitía.
Por último añadiré que no creo que sea una buena obra para el público de cero seis años. Quizás algunos niños de seis años sí que podrían captar la esencia y los flashback de la obra, pero creo que es más adecuada para un público de siete años en adelante, y por supuesto sí creo que es muy enriquecedor llevar a los alumnos a este tipo de espectáculos, no solo por los valores que la obra transmite, sino también por la oportunidad que nos brinda de generar y fomentar un aprendizaje más lúdico y participativo, pues luego en el aula se pueden realizar múltiples actividades.
BIBLIOGRAFÍA
Centro cultural Paco Rabal. Recuperado el 13 de noviembre de 2015 de: http://www.madrid.org/agenda-cultural/cc-paco-rabal/teatro-musica-y-danza/2196-pulgarcito
MARTA QUIJADA